Por: Giovanni Moreno Hernández
Jhon Mueses Llanos
Crónica
fotos crónica: Giovanni Moreno Hernández - John Mueses
El testimonio de las abuelitas de algunos resguardos indígenas de Colombia y del exterior fue uno de los eventos más importantes que se destaca del encuentro de Culturas Andinas realizado en Pasto entre el 16 y el 30 de agosto del presente.
Fue un encuentro donde se unieron las fuerzas espirituales al hablar de plantas medicinales, experiencias étnicas y recomendaciones en el campo de la salud femenina.
De esta manera la abuelita Juana, de la comunidad Paez del Cauca, resaltó 3 principios fundamentales de su cultura Quechua. “amasisay, amaquiyay, amayuyay” que significa: amor al trabajo, amor a la verdad, dejar la pereza. Principios que en la cultura occidental se desconocen, pues cada vez se habla más de desempleo, mentiras y falta de iniciativa.
Para ella el recorrer toda Sudamérica no ha significado dejar de hablar su lengua natal, sin embargo muchos de los nativos, debido a los procesos de culturización han dejado de practicar el quechua, puesto que se avergüenzan de la misma y prefieren imitar a los blancos con el castellano. Por eso ellos transmiten los valores de su cultura a sus descendientes, pues el objetivo principal es que esta lengua y que sus raíces indígenas prevalezcan.
Por otro lado, María Manecita Queta de la comunidad indígena Cofán del Putumayo recuerda “antiguamente nuestras etnias se alimentaban de chicha de chontaduro, chicha de plátano y chicha de yuca. El dulce, el azúcar, el pan, la panela… lo llegamos a conocer en el año 70”
Resalta que todos los productos que consumían en esos años eran del rio y del monte indígena Cofan del Putumayo como: pescado, danta, perrillo, mico…
Para Gladis Cabrera de la comunidad Zione del Putumayo, sus raíces siempre fueron protegidas ante los blancos, pues sus abuelos les impedían cualquier contacto con ellos; “decían que el saludarlos era malo porque iba en contra de su tradición” De hecho, en Puerto Asís, Gladis comenta que las monjas del internado donde ella pasó 4 años de su niñez, en los que como a otras de sus compañeras las desprendieron de su vestimenta y esencia indígena. “Las monjas nos quitaron la ropa y la votaron a la basura, nos obligaron a vestir como los blancos” recuerda Gladis de hace 55 años de su vida. Pues al regresar a casa ya no hablaba la lengua originaria, porque se había acostumbrado al castellano, asegura que en el internado a quien la sorprendían haciendo uso de su lenguaje la castigaban.
Otro de los testimonios es el de Pastora Chicunqué de la comunidad Kamza del Putumayo, ella destaca que el dialogo junto al amor y al cariño son valores fundamentales para la consolidación de una familia. La misma que hoy en día se ha visto tan vulnerada por el materialismo del hombre blanco.
Entre tanto, Gloria Piaguaje de la comunidad Zione, recuerda como era su niñez, y los valores de su cultura que le inculcaba su abuelita “ella me decía que siembre el plátano y el arroz, que cuide las gallinas y el marrano, porque después iba a tener marido e hijos” a lo cual ella contestaba “abuelita, ¡yo nunca voy a tener marido!” Pero sonríe al reconocer que no era así, si no todo lo contrario.
Comenta que de tanto hablar el castellano había perdido el dominio de su propio idioma, entonces su abuelita a través de un plátano asado que lo usó como instrumento de sanación, se lo puso en el oído y acompañada de oraciones propias de su tradición le hablo sobe el valor que siempre ha tenido su idioma y desde entonces Gloria volvió ha comunicarse con su lengua tradicional.
Por su parte, Miriam Aranda de la comunidad indígena Guambia del Cauca, habla de cómo se maneja el periodo menstrual de las niñas en su resguardo, pues cuando éste llega la ingresan a un lugar llamado por ellos “chimineya” por 4 días en el que sólo la puede ver su mamá y la alimenta con huevo y papas sancochadas.
Este ritual es una “prevención y promoción de la cultura Guambiana para conservar lo nuestro pues con lo de afuera (costumbres de los blancos), se pierden las creencias, ahí se le enseña a guardar su cuerpo y el valor de conseguir sólo un hombre” Por el lado de los quehaceres propios de su cultura se le enseña a hilar y a coser.
De igual manera explica que un médico tradicional indígena la limpia para que ella no ensucie la madre tierra mientras esta en esas condiciones.
La abuelita Miriam con su experiencia menciona que la mujer durante el ciclo menstrual no debe tener relaciones sexuales ni mojarse, pero si optar por hacerse baños vaginales con ruda y albahaca.
Relacionado con la concepción de esta abuelita, la señora Bárbara de la comunidad indígena Lacota de Estados Unidos habla del periodo menstrual como “tiempo de la mujer en la luna” comenta que esto es sinónimo de poder, pero también era considerado como un tiempo de contaminación, pues una mujer en ese estado puede llegar a perturbar o contaminar una ceremonia.
Así, durante todo este recorrido testimonial, se ve la esencia y lo profundo del ser y del cómo ellos le guardan fidelidad a su naturaleza, puesto que la cuidan y todo lo encuentran en ella para su vida y así darle vida también a la pachamama.
1 comentario:
muchachos, ustedes se han caracterizado por tener una buena reporteria y esta columna nos dejan un ejemplo de como se hace y como se la construye. muy completa y nos dejan muy claro las etnias o culturas de los indigenas.
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